¿Quién no ha ido alguna vez por el campo y ha visto un conejo pensando que era una liebre y viceversa? Ambas especies pertenecen a la misma familia y tienen un físico similar, por eso a veces es difícil diferenciarlas. Te damos las claves para hacerlo.
Tamaño
Las liebres son mucho más grandes que los conejos. Tienen una fisonomía más marcada y sus orejas y extremidades son más largas y fuertes.
Hábitat
Otra diferencia se encuentra en el lugar donde viven. Los conejos habitan en madrigueras que cavan en la superficie, mientras que las liebres lo hacen en nidos construidos en el suelo. Por ello, es más habitual que nos topemos con una liebre, puesto que su hábitat no se encuentra bajo tierra.
Reproducción
Las liebres tienen un ritual de apareamiento muy complejo y llamativo. El marcho persigue a la hembra durante varios kilómetros para demostrar su valía como padre. Si la hembra no está satisfecha con su pretendiente, le golpea con las patas posteriores. Curioso, ¿verdad?
Crías
Las crías de los conejos nacen sin pelaje y con los ojos cerrados, por lo que no se valen por sí mismas. Las de las liebres, por el contrario, nacen mucho más desarrolladas y son capaces de andar con solo unos minutos de vida.
Supervivencia
Cuando el peligro acecha, estas dos especies actúan de forma muy diferente. Los conejos se esconden en la madriguera, mientras que las liebres confían en su enorme velocidad para escapar.