Cómo no malcriar a tu gato

Seguro que alguna vez has jugado con tu gato a intentar que no te mordiera la mano mientras le hacías de rabiar. Aunque parezca un juego muy común, puede desembocar en graves problemas de comportamiento en el futuro. Te contamos por qué.



Juegos peligrosos

Cuando nuestro gato es pequeño, tendemos a jugar con nuestras manos intentando esquivarle. Él libera adrenalina y nosotros pasamos un buen rato. Pero cuando el gato es adulto, estos juegos pueden hacer que se vuelva agresivo.

Si jugamos de esta forma, le estaremos transmitiendo que nuestro cuerpo es una presa a la que tiene que cazar y que puede morder y arañar todo lo que quiera. Si esto ocurre cuando el gato tiene solo unos meses de edad, apenas hace daño y puede que no le demos importancia.

Sin embargo, a esta edad es cuando debe aprender a controlar su mordida, por lo que si fomentamos que muerda más fuerte, estará aprendiendo justo lo contrario.

De esta forma, cuando sea adulto, veremos que no tiene autocontrol. Morderá muy fuerte y podrá abalanzarse sobre nosotros de buenas a primeras.

Pautas básicas
Para evitar este tipo de situaciones, es fundamental seguir unas pautas básicas durante sus primeros meses:

– Nunca juegues ni con tus manos ni con tus pies.

– Intenta que siempre juegue con juguetes, sobre todo los de cuerda larga o caña de pescar.

– Si nos muerde, no debemos mover la mano, puesto que al ser un animal cazador, si la presa se mueve, morderá más fuerte. Lo que tenemos que hacer es chillar para que perciba que nos está haciendo daño. Cuando nos suelte, debemos retirar la mano o el pie tranquilamente y desviar su atención a otro tipo de juegos como los que hemos comentado antes.

– Hay que respetar su espacio vital. Si no quiere ser acariciado, no debemos agobiarle. Los gatos son animales muy activos y por lo tanto, no siempre necesitan la tranquilidad de unas caricias. Debemos saber qué es lo que demanda en cada momento.

Si seguimos todas estas pautas, tendremos una mascota educada y tranquila y nos evitaremos problemas de comportamiento que, desgraciadamente, en muchos casos se traducen en abandonos.

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