El oso polar es, sin duda, el rey de las zonas árticas. Gracias a su gran tamaño y corpulencia, así como a su velocidad y grandes habilidades como depredador, ha logrado convertirse en el icono por excelencia del medio polar. ¿Su mayor enemigo? El ser humano. Te contamos más sobre este imponente mamífero.
Excelente nadador
El oso polar es un nadador prodigioso. Es capaz de cruzar a nado entre 30 y 160 kilómetros, e incluso han llegado a registrarse mayores distancias. Esto es algo esencial para su supervivencia, ya que debido al cambio climático, entre otros factores, su territorio pierde cada vez más superficie de tierra firme.
Como lo oyes: a pesar de su blanco pelaje, la piel del oso es negra. En realidad su pelo es incoloro, sólo que alberga unas pequeñas bolsitas de aire que hacen que la luz se refleje en él, aportándole un brillante tono blanco. De hecho, en las épocas en las que el sol no es tan intenso, adquiere cierto color amarillento o marrón.
No bebe agua
Aunque parezca increíble, el oso polar no bebe agua. Obtiene el líquido que necesita de la sangre de sus presas, de las cuales puede llegar a comer hasta 30 kilogramos al día. Su alimentación se basa sobre todo en focas.
En carnívoro terrestre más grande
Este oso puede llegar a pesar 800 kilogramos y a medir tres metros de largo desde el hocico a la cola. Esto le convierte en el animal terrestre carnívoro más grande del mundo.
Su hígado no es comestible
El hígado de este mamífero contiene grandes cantidades de vitamina A, lo que provoca vómitos, dolores articulares, irritaciones cutáneas, dificultades respiratorias e incluso la muerte. Con tan sólo ingerir una pequeña porción de hígado de oso polar, podemos perder la vida.
Soporta temperaturas sorprendentes
Gracias a su pelaje y a su densa capa de grasa de once centímetros, este grandullón puede sobrevivir a una temperatura inferior a 30ºC. Por no hablar de las capacidades impermeables de su pelaje, que mantienen su cuerpo siempre seco.