Aunque las palabras ‘castrar’ y ‘esterilizar’ suelen usarse como sinónimos, hay grandes diferencias entre ellas. Si bien ambos métodos evitan los embarazos no deseados, elegir uno u otro puede condicionar enormemente la salud de tu mascota. Te lo explicamos todo.
La castración
La castración es una operación quirúrgica que consiste en la extirpación de los órganos reproductores. En el caso de los machos, se extraen los testículos, mientras que en las hembras se eliminan los ovarios y la matriz. Así, pierden tanto la capacidad de reproducirse como su celo e instinto sexual.
Como efecto secundario encontramos el aumento de peso, pues la mayoría de los animales engordan un poco tras la castración. Aunque pueden recuperar su peso rápidamente con una dieta baja en grasas y un aumento de su actividad.
La esterilización
La esterilización, por su parte, mantiene intactos los órganos sexuales. Sin embargo, elimina la capacidad reproductiva mediante la vasectomía en los machos y la ligadura de trompas en las hembras.
Esta operación no influye en el deseo sexual y se mantiene el período de celo. La recuperación es muy rápida y no tiene efectos secundarios.
Semejanzas y diferencias
Como puedes ver, ambos procedimientos eliminan las posibilidades de procreación. Asimismo, los dos ayudan a prevenir algunas enfermedades como la próstata en los machos y el cáncer de ovarios en las hembras, sin olvidar los embarazos psicológicos.
En cuanto a las diferencias, la castración es claramente más invasiva, ya que con ella se extraen los órganos sexuales y se suprime el celo. Esto ayuda a reducir o eliminar algunos comportamientos asociados a este instinto: marcaje, escapadas, etc. La esterilización no produce este efecto.
¿Cuál elegir?
A la hora de decantarse por una operación u otra, hay que analizar bien las ventajas y desventajas de cada una. La mejor forma de hacerlo es consultarlo con un veterinario de confianza. Él sabrá decirte qué es lo más adecuado para tu mascota dependiendo de sus características individuales.