Inma Cuesta, una vida al son de ‘Rumba’

Nació en Valencia pero creció en Jaén. Quizá eso puede explicar que Inma Cuesta lleve una vida tan ‘rumbera’, pero nada más lejos de la realidad. Su ‘Rumba’ no tiene acordes ni instrumentos, tiene cuatro patas y un corazón enorme.

Su primera ‘hija’
Rumba es la perrita de Inma Cuesta. Se trata de una bichón maltés que llegó hace ocho años a la vida de la actriz: “Yo ya había tenido muchos animales, pero quería tener uno que fuese mío al irme a vivir sola”.

Su amor por los peludos hizo que se pusiese manos a la obra a buscar a su compañera ideal, pero un buen día le dijeron que tenía alergia a los perros. “Cuando me dijeron que era alérgica, me negué rotundamente a aceptarlo y me busqué una raza que no soltara tanto pelo”, cuenta la actriz.

Y un día de lluvia…

Así llegó Rumba a la vida de Inma. “Yo quería llamarla Lluvia porque el día que fui a por ella diluviaba, pero mi hermana vio que era la más saltarina de todos los cachorros y me dijo: esta es Rumba».

La protagonista de Águila Roja asegura que su perra es muy cariñosa pero también muy independiente, miedosa y un poco ladradora. En su cuenta de Instagram cuelga numerosas fotos de su bichón.

Lo IMPRESCINDIBLE ya está en mi maleta #noabandones

Una foto publicada por Inma Cuesta (@inmakum) el

Inma explica que lo que más le gusta de Rumba “es cuando viene a recibirme al llegar a casa. Me da mucha alegría y me recibe con más amor que nadie”. Y es que ese amor es mutuo. Así lo demuestra en las redes sociales, donde la actriz se deshace en elogios hacia su perrita.

Por una buena causa
Esta valenciana de nacimiento no sólo es una gran amante de los animales, sino que también se muestra públicamente en contra del abandono. Así explicaba en su Instagram la importancia de la tenencia responsable de mascotas, además de aprovechar para felicitar a Rumba por su octavo cumpleaños.

Además, la protagonista de ‘Tres bodas de más’ también colabora para que los perros grandes puedan viajar en tren, sumándose a la campaña iniciada por Sandra Barneda.

Y es que en la maleta de Inma siempre hay hueco para Rumba porque, como ella misma dice, “no es mi animal de compañía, es mi compañera de viaje y de vida”.

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