Algunas de las fobias más frecuentes en el ser humano son las alturas, los insectos, las agujas y los espacios cerrados. En el caso de los perros, también presentan miedos comunes que pueden alterar su día a día. Resumimos algunos de ellos.
Ruidos fuertes
Los canes cuentan con un oído privilegiado, siendo capaces de identificar sonidos a 25 metros de distancia aproximadamente. De ahí que les molesten especialmente los ruidos fuertes como el del secador, la batidora, la aspiradora, los fuegos artificiales o las motos. Muchos de ellos reaccionan ladrando insistentemente.
Tormentas
Al hilo de lo anterior, las tormentas también son grandes enemigas de los perros debido al potente sonido de sus truenos. Y no sólo eso, sino que estos animales perciben la electricidad estática y los cambios atmosféricos derivados de este fenómeno meteorológico.
El veterinario
Ir al médico no es plato de buen gusto, y al parecer, muchas mascotas lo llevan incluso peor que nosotros. Es fácil ver a los perros querer escapar de la sala de espera o tirar de la correa en dirección contraria a la hora de meterse en la consulta, y es que las inyecciones y el hecho de ser examinados por completos desconocidos les generan un fuerte estrés.
Soledad
A veces el miedo a quedarse solo viene dado por una experiencia traumática como el abandono, pero en otros casos simplemente se debe a un apego excesivo a sus dueños. El concepto del tiempo en estos animales es diferente al de los seres humanos, por lo que una par de horas solos puede resultarles realmente angustiante.
Escaleras
El miedo a las escaleras puede tener su origen en varias causas, como la falta de exposición, alguna lesión física o malas experiencias. Es una fobia bastante común cuya solución pasa por la paciencia infinita y el refuerzo positivo.
Otras personas y animales
La falta de socialización y las experiencias traumáticas pueden desencadenar en un miedo atroz a los demás, ya sean seres humanos u otros animales. Esto a la larga puede tener graves consecuencias como conductas agresivas.
En cualquier caso, podemos acabar con todos estos miedos con tiempo, paciencia y el asesoramiento de un adiestrador profesional. Este último es clave sobre todo en problemas de agresividad, hábitos destructivos y ansiedad por separación.