A veces, cuando no encontramos salida a alguna situación, la ayuda nos llega de la manera más inesperada. Es el caso de Penguin, una urraca que cambió la vida de una familia. ¿Quieres oír su historia? Te va a emocionar.
Un grave accidente
Todo comenzó cuando Sam Bloom, la madre de esta familia australiana, cayó desde una terraza durante unas vacaciones en Tailandia, al ceder la barandilla en la que estaba apoyada.
El golpe la dejó paralizada de pecho para abajo, lo que sumió a la mujer en una fuerte depresión que se veía incapaz de superar.
Un polluelo herido
Tres meses después, uno de sus hijos encontró una cría de urraca en un estado muy débil. Toda la familia se volcó con la pequeña, turnándose para alimentarla cada dos horas. Afortunadamente, logró sobrevivir.
Así adoptaron a Penguin, como la llamaron porque su aspecto recordaba al de un pingüino. La convivencia con el ave benefició sobre todo a Sam, que poco a poco comenzó a salir de su depresión.
“Le comencé a contar todo, sobre todo cómo era antes del accidente. No creo que Cameron (su marido) quisiera escuchar más esa historia, pero Penguin lo hacía”, explica la australiana.
Como un perro
Penguin llegó a convertirse en una especie de mascota. Los niños jugaban a lanzarle palos que ella agarraba con el pico, dormía en sus camas, se tumbaba en el regazo de Sam… ¡Como un perro!
Pero en ningún momento perdió su libertad. Dormía en el patio trasero y entraba a la casa siempre que quería. Adoraba la compañía de la familia.
Una estrella en Instagram
Cameron, el padre de la familia y fotógrafo profesional, decidió crear una cuenta de Instagram para el animal. Hoy en día ya suma 159.000 seguidores en la red social.
Tan grande es su éxito que en 2016 se llegó a publicar un libro que recogía su historia y más de 14.000 fotografías, llamado ‘Penguin Bloom’.
Final feliz
Al crecer, Penguin se volvió más independiente, hasta abandonar el hogar de los Bloom y vivir sus propias aventuras. Aunque la familia no descarta que vuelva para hacerle una visita.
Por su parte, Sam mejoró su estado de ánimo y comenzó a recibir clases de kayak. Ahora compite en el equipo paralímpico australiano, pero no olvida lo mucho que Penguin la ayudó a superar la difícil situación.
«Los ángeles vienen en todas las formas y tamaños», afirma Sam. Desde luego, no le falta razón.