Los ladridos son el mayor recurso de expresión de los perros. A través de los mismos manifiestan sus emociones y nos advierten cuando detectan peligros. Pero, ¿qué ocurre cuando un perro no ladra? ¿Es un síntoma de enfermedad? Lo explicamos.
Lesiones en la zona
Cualquier irritación en la laringe, tráquea, garganta o cuerdas vocales puede hacer que el perro tenga molestias al ladrar, y por ello prefiera no hacerlo. A veces, este daño se produce por un exceso de ladridos o por tirones frecuentes con la correa, entre otros motivos.
Causas médicas
Existen algunas patologías que dan lugar a afonías y problemas similares. Puede tratarse de una inflamación o infección en las zonas que hemos nombrado anteriormente. Algunas enfermedades del tracto respiratorio también pueden ocasionar este inconveniente.
Factores psicológicos
La apatía ocasionada por el estrés, el aburrimiento o el sedentarismo pueden llevar a estos peludos a quedarse ‘mudos’, ya que pierden el interés en expresarse. El miedo por haber sufrido maltratos físicos también es un factor importante.
Proceso de adaptación
Toda mascota necesita un proceso de adaptación cuando llega a una casa. Durante este período no mostrará su verdadera ‘personalidad’, por lo que probablemente no ladre durante unos días. Esta etapa es conocida comúnmente como ‘luna de miel’.
Predisposición por la raza
Algunas razas son más ‘charlatanas’ que otras. Mientras que el caniche o el schnauzer ladran frecuentemente, otras como el golden retriever, el basenji, el bulldog francés, el akita inu o el bloodhound son muy silenciosas.
Carácter tranquilo
La ausencia de ladridos no tiene por qué suponer ningún problema. Si un perro no ladra, puede que simplemente sea tranquilo. Pero no es lo habitual. Por eso se recomienda acudir a un veterinario ante cualquier conducta extraña que podamos percibir en el peludo.